El Trapecista por Mauricio Bustos Baquero

El Caduceo Editores se enorgullece en presentarles el libro El Trapecista escrito por Mauricio Bustos Baquero.

El Trapecista es una comedia en muchos actos, como la poesía. La tragedia se queda atrapada por ahí, en los hechizos de la palabra, en las ruedas y engranajes de la fermentación poética. La tragedia, cierto, se asoma como un can hambriento que busca una presa aún mas débil. El Trapecista es entonces una pieza de teatro, la que vivimos desde que nos enfrentamos al teclado y le dejamos el mando a los siniestros, a los cascos y a los pájaros con varita de mercurio. Y a los ritos, a lo simple disfrazado de cotidiano. ¿ Quién es el trapecista, quiés es el que desenfundando su espada se enfrenta a los demonios y a los payasos de todos los días? ¿ Quién es aquel al que los trapecios protegen e impulsan? ¿ Quiénes son aquellos que a través de los hechos, de los años, han tallado los artificios y artilugios que les permiten reírse de su propia sombra?



Una muestra breve de lo que el Trapecista propone.



Eco


Dónde están los ángeles
Que cabalgan los rayos
La vida es un trueno sin luz
Un eco lejano
Un capricho de la voz
Del viento






Montaña


Despacio, escalo el límite de tu oscuridad, a tientas, agarrado de mis huellas dactilares, dejando de lado cualquier explicación cuerda.

Escalo entonces el contorno de tu aliento, llevando al límite tu frontispicio, cada nota que se escapa de tu pulsión es la garantía de mi ascenso. Te siento como te vi, perpetua reconciliación del sueño, pesado el cuerpo salgo tras tu sombra. Ligero el oráculo, el mago se inclina para reciclar otro verso.

De tus manos brotan las anclas de mi pecho, mis dedos buscan la certeza de la piedra áurea. No es necesario tocar, el agarre lo encuentras en el viento.

Traduzco el eco, la vibración ebria, moldeo el magma con mis dedos, el escape de la roca, el sonido de la caverna encierro, y hago un tajo en mi pecho para que vuelvas a nacer.

Recolectando insectos, de caparazones jugosas y antenas de magnesio, fijo la humedad de la roca en el hogar del cañón. El fuego vuelve destierro tu agonía, y de tus restos recrearé el siguiente inicio.



Rally en los montes de María


Nena a cincuenta metros en minifalda. Curva peligrosa en doble ese con frenada previa. Abastecida de fluidos. Arrancada y tercera frena otra vez. Subida de falda y adelantamos un poco. Recta larga y quinientos metros de piel. A treinta cambio a segunda y trompo en el ombligo. Patinada tres segundos y doble bajo el monte. Aceite ok, gas a fondo. Interruptor de luces y en el túnel entrada en primera. Desenfocada. Asfixia. Embriaguez, la maquina va sola. Gravedad cero. Las babas salen de la sonrisa estúpida y flotan en bolitas. Salida a ciento noventa y ajustada de casco antes de incrustarse en el avión. Tres pulmones rotos y hernia cerebral. Cero puntos pero nuevo récord de estupidez.

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ACA

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